OPINIÓN: Un 82 para recordar toda la vida
Recuerdo aquella Navidad. Debajo del árbol había un regalo envuelto con papel rosa que mi papá me entregó. Él mejor que nadie sabe quiénes son mis ídolos en el deporte, sin embargo, estaba dudosa sobre qué habría debajo de la envoltura. Tal vez eran unos jeans o una polo para el diario. Al tener el regalo en mis manos no esperé y desgarré el papel, encontrando un increíble jersey con el número 82. Jason Witten ahora formaría parte de mi clóset y no podía estar más feliz.
Desde que empecé a seguir a los Cowboys, Witten llamaba mi atención. Él, con su increíble dedicación, su forma diferente de ver el juego y sus manos, esas manos que recibían con toda la seguridad del mundo un pase (principalmente si era de Romo). Comencé a prestarle más atención y cada domingo lograba impresionarme de una manera diferente, ya fuera conectando en tercera oportunidad, guiando a sus compañeros o corriendo sin casco para tratar de llegar a la zona prometida.
El ala cerrada se ganó mi respeto y cariño. Que estuviera en el emparrillado significaba esperanza, pues aunque el juego no fuera del todo bien para los de la estrella solitaria, él nunca perdía la chispa y seguía corriendo como si su vida dependiese de ello. Sin importar las lesiones en los ligamentos o esguinces, siempre quiso llevar a Dallas a levantar el Lombardi, de eso no tengo duda. Nunca olvidaré aquella conferencia de prensa posterior a la derrota contra Green Bay en los Playoffs del 2016, se le cortaba la voz al decir que al equipo le sobraba pasión y unión. Siempre tenía comentarios positivos para todos sus compañeros a pesar de la adversidad.
Recibió pases, completó pases, celebró en la zona de anotación con su equipo y fuera del emparrillado era un padre y un hombre ejemplar. Se convirtió en un emblema de la franquicia texana y sin saberlo, se unió a la élite de los jugadores en Dallas. Bill Parcells, Wade Phillips, Jason Garrett y el mismo Jerry Jones, todos compartían el mismo pensamiento positivo sobre el 82, todos coinciden en que su andar por los Cowboys lo llevará a algún día usar el codiciado saco dorado.
“Nunca fui el más talentoso, ni el más habilidoso, pero nadie trabajó más duro que yo. El mayor logro es ver los jerseys de los aficionados con tu nombre”, dijo Witten en la conferencia de prensa en la cual cerró el capítulo de su vida llamado Dallas Cowboys.
Y cuanta razón tuvo, pues no lo sabe, pero aquel regalo de Navidad lo seguiré usando aunque ya no esté, porque no sólo representa a un ala cerrada, representa dedicación, trabajo en equipo, responsabilidad, pasión y humildad.
Se retiró Jason Witten y su ausencia pesará para el equipo y para la afición, sin embargo, el TE puede estar orgulloso de que los que lo vimos jugar portaremos con orgullo el 82, sabiendo que por 15 temporadas, aquel jersey fue usado por un grande de la franquicia de Dallas.
POR TATIANA BRISEÑO (Twitter)