Juegas para ganar el partido.

Por Juan Manuel Arróniz

La icónica frase fue pronunciada por Herm Edwards – entonces entrenador de los Jets – en el 2002 y hoy es tan relevante como lo fue hace 20 años. Con los neoyorkinos envueltos en una campaña para el olvido, el ex profundo no dudó en responder con determinación a la pregunta de si debía hablar con sus jugadores sobre no rendirse de cara a las últimas semanas de la campaña.   

No existe razón alguna para pensar que se le debe recordar a un jugador profesional cuál es su deber una vez que salta al emparrillado. El pasado sábado y domingo volvimos a ser testigos del hambre de triunfo que habita en cada franquicia de la NFL, por mucho que algunos se aferren a teorías de conspiración sin sustento tangente.  

La jornada comenzó en Denver, donde unos Broncos sin mucho en juego, le pelearon hasta el final a los Jefes. Más tarde ese mismo día, Filadelfia – con la mitad del equipo fuera por covid o por descanso – se mantuvo en el encuentro durante gran parte de la primera mitad ante los Vaqueros.  

La verdadera locura, no obstante, se desató a lo largo del último domingo de hostilidades. A mediodía, Acereros y Cuervos se enfrascaron en una más de sus clásicas batallas, con la esperanza puesta principalmente sobre los Jaguares de Jacksonville, quienes despedazaron a los Potros en la Florida. Aquí se derrumba una de las tantas teorías elaboradas por los eruditos; perdiendo el juego, los Jaguars aseguraban la primera selección global, pero salieron a ganar el partido y lo lograron con creces.  

Sí, al final de cuentas Shad Khan y su gente harán los honores en Las Vegas el próximo mes de abril, solo porque los Leones también ganaron en la visita de los odiados Empacadores. Partidos, por cierto, que se disputaron a la misma hora.  

Los Titanes, mientras tanto, debieron luchar hasta el último suspiro en Houston para hacerse con el primer puesto de la Americana. Dominaban con un amplio margen de 21-0 y terminaron pidiendo la hora. Los Texanos se pusieron a tres del empate en dos ocasiones distintas antes de sucumbir al juego terrestre de la visita. Un último esfuerzo que le da a David Culley y su staff de entrenadores cierta credibilidad de cara al siguiente año. 

Ya por la tarde, los Jets incomodaron a los Bills en su visita a Buffalo hasta bien entrado el tercer cuarto; los de Sean McDermott necesitaban la victoria si no querían depender de lo que sucediese en Miami. De cualquier manera, los Delfines hicieron de las suyas frente a los Patriotas por segunda vez en la campaña, en la que resultó ser la última victoria de Brian Flores al mando de la franquicia.

En simultáneo, Seattle se cobró la revancha en su viaje a Arizona. Una corrida de Rashaad Penny cerró la posibilidad de un regreso rojo y llena de dudas el entorno de Kliff Kingsbury a una semana de su duelo de Lunes por la Noche en playoffs. Cualquiera hubiese creído que Pete Carroll y Russell Wilson no tenían porqué pelear.

Los que sí entrarán inspirados a la fase final son los 49s de San Francisco, quienes derrotaron a los Rams a domicilio para despojarlos del segundo lugar de la conferencia. Los cinco veces campeones de la NFL armaron una enorme marcha en los momentos finales del último cuarto con la que empataron el electrónico, antes de sellar el triunfo en tiempo extra.  

Sin embargo, los estudiosos conspiradores no estaban convencidos aún, quedaba por ver el triste espectáculo que Raiders y Chargers protagonizarían por la noche del domingo. En sus cabezas estaba claro que ambos jugarían por el empate, ya que éste los clasificaba a ambos. Y por un breve periodo del tiempo suplementario la actitud de ambas escuadras les dio la razón.

Cuando Josh Jacobs dejó el balón en la 39 del rival tras una corrida de siete yardas, ambos entrenadores esperaron una eternidad previo a quemar algún tiempo fuera. Finalmente, fue Brandon Staley quien decidió parar el reloj con 38 segundos restantes. Un subsiguiente acarreo del propio Jacobs dejó la mesa servida para Daniel Carlson; el gol de campo ganador vino con ceros en el cronómetro, metió a los Raiders y eliminó a los Cargadores.

No escribe cualquier improvisado. Sé que por ese breve transitar del compromiso ambos coaches consideraron la posibilidad de empatar. De ahí a creer que todo el juego fue orquestado por la NFL y elaborar complejas teorías de mutuo acuerdo entre rivales de división, hay un larguísimo trecho.

Me gustaría saber cómo se las arregló la liga para maniobrar un teatro que incluyó una anotación de Los Ángeles en cuarta y 21 con un receptor novato, la subsecuente conversión de dos puntos con Justin Herbert bajo presión, las otras tres conversiones en cuarto down – una vía castigo de sujetando -, la complicada recepción de Jalen Guyton y el pase anotador del empate sin tiempo restante en el cuarto episodio. Sin mencionar una tackleada de Maxx Crosby que a punto estuvo de generar un balón suelto.

La mayoría de nosotros sabe lo que vio el domingo por la noche y el resto del fin de semana alrededor de los distintos estadios. Equipos peleando por la victoria, incluso si ésta no traía consigo ningún beneficio aparente a simple vista o si era perjudicial para el posicionamiento en el draft. Pero de vez en cuando es bueno encarar a los escépticos que carecen de pruebas; estos son juegos divisionales con mucho orgullo de por medio, algunos jugadores se juegan bonos y su futuro, lo mismo que entrenadores y coordinadores.

Esto es y siempre ha sido la NFL, no está usted viendo el Alemania Federal contra Austria en la Copa del Mundo de 1982.

“Juegas para ganar el partido”.

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